Ese gran terminó bastardeado hoy en día por una serie de personajes que quieren convencer a personas que creen que el mundo están en contra de ellas, que la razón de su fracaso es simplemente explicable porque el planeta promociona a ciertos individuos independiente de lo que hayan hecho en su vida. Una triste forma de excusarse tal vez por su propio fracaso?
«El 90% de los que nacen pobres, mueren pobres, por más inteligentes y trabajadores que sean, y el 90 % de los que nacen ricos mueren ricos, por idiotas y haraganes que sean. Por ello, deducimos que el mérito no tiene ningún valor.» Esta frase del nobel de economía Joseph Stiglitz es una de las que más le gusta a los enemigos del mérito. Ugur Sahin el CEO de BioNTech diría que esa frase no tiene asidero, más que en la cabeza de un retrógrado. Él, el hijo de una pareja de pobres del sur de Turquía que llegaron a Alemania cuando Ugur tenía 4 años, a un país donde menosprecian a las personas de este origen, y luego de trabajar y educarse hoy es uno de los 100 alemanes más ricos, se reiría sin prestar atención a las tonteras.
El odio a la meritocracia es el triunfo del fracaso. Aunque la meritocracia sea algo difícil de aplicar correctamente, dado que los que la aplicamos, al fin de cuentas, no somos más que humanos. Y como tales somos parciales y naturalmente subjetivos, ni con el mayor de nuestros esfuerzos seriamos perfectamente objetivos, porque todos tenemos distintas experiencias que nos han ido formando, y conformando, aprendizajes, estudios y padres que nos han educado. Todo esto hace que cada uno tenga una carga que decantara de una u otra forma al elegir.
Pero no hay que creer que esto es malo o incorrecto tampoco, es lo que es. Lo importante es que se tienda siempre a promocionar a las personas en base a sus capacidades, y creo que no menor en base a sus intenciones por estar o no en un lugar determinado. Por qué digo esto? (Y acá es donde me tratan de discriminador y otras tantas barbaridades) porque cuando se inventan «sistemas» para, teóricamente, mejorar la forma de elegir, como pueden ser los cupos, nadie está pensando en que tal vez no encontraremos 50% de unicornios azules con estrellitas en la espalda que quieran ser Directores de una empresa, tal vez muchos están felices corriendo por la pradera.
Ahora, lo que siempre se debe asegurar de forma tal que la meritocracia funcione, es igualdad de oportunidades. Porque a nadie le importa si sos Alien, verde, o de religión nórdica, se debe elegir sin tener en cuenta estos pequeños detalles que no hacen al mérito. El mérito es desarrollarse, educarse, y competir dadas las reglas de un juego. En esto además se debe tener claro, que siempre hay chances de perder, y está bien que así sea, no todos pueden ganar. A su vez, lo importante es aprender de nuestro fracaso, de forma tal de mejorar para nuestro futuro. Y en este último punto, probablemente, cuando menos flexible uno sea, y no entienda como adaptarse, más se va a creer que el mundo es «malo» y está en contra mío.
En fin, guste o no guste, la meritocracia bien entendida, al igual que la competencia, nos mejora, nos hace evolucionar. Y aquellos que no lo entienden no la quieren, la odia, desprecian que sea así. Pero así es la naturaleza, donde todo compite y eso nos hace evolucionar, caso contrario seriamos otro gusano que se arrastraría, pero no lo somos, evolucionamos, competimos y cambiamos para ser el animal que somos hoy. VIVA LA MERITOCRACIA.